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martes, 9 de abril de 2013

UN BUEN DÍA PARA MORIR


(Texto previo a la Exposición-acción de Omar Jerez. Madrid, marzo 2013)

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos que es justa.

Abraham Lincoln

Los inmigrantes en situación "irregular" solo podrán acceder al servicio de urgencias.

Real Decreto-Ley 12/2012. (Reforma de la ley de sanidad Española)


PRIMERA DECLARACIÓN
El sistema español de leyes hasta el momento no contempla ni establece una regulación específica y completa relacionada con la eutanasia. Existe un texto normativo que referencia la posibilidad de vivir o morir voluntariamente. Ese texto es el Código Penal español. En él se señala la existencia de una sanción punible si alguien contribuye y posibilita la muerte voluntaria de otro ser humano. Aunque la sanción suele ser más leve comparada con otras conductas de instigamiento y cooperación en un suicidio ajeno, no deja de ser relevante.

Omar Jeréz encarna a un enfermo de VIH
 para proteger la identidad del sujeto
que participó en la acción-exposición 
SEGUNDA DECLARACIÓN
 Por un lado tenemos este hecho y por otro una ley que lo contradice: Da al estado capacidad para “acabar” impunemente con la vida de seres humanos. Existen dos derechos básicos sobrentendidos en la Constitución Española (1978), el primero es  el derecho a la vida; el segundo, el derecho a la integridad física y moral. Ambos constituyen los derechos más básicos y primarios entre los reconocidos en el texto constitucional. El derecho a la vida es el supuesto ontológico. Estamos ante una realidad tácita incluida en el modo de vida social adoptado en la totalidad de sociedades modernas. Ante una realidad básica que aporta verdad a posibles y supuestos derechos de la ciudadanía. La obviedad le precede, podría decirse.


TERCERA DECLARACIÓN
En España hay más de 400.000 inmigrantes cuya situación es considerada irregular por un sistema público que ni los asimila ni tiene capacidad para repatriarlos. De ellos varios miles están infectados por el VIH y solo un 65 porciento sabe que está infectado. El otro 35 porciento es ahora mismo una bomba de relojería con capacidad para seguir infectando si continúan siendo obviados por el monolítico sistema sanitario. Las cifras con su contundencia habitual dicen que existen entre 1.800 y 3.200 pacientes ya diagnosticados que quedarán paulatinamente  desatendidos después de que la Reforma Sanitaria de Septiembre de 2012 dictaminara que sin una Tarjeta Sanitaria es imposible recibir tratamiento antirretroviral. Para este colectivo la única solución posible de prolongar su vida es llegar medianamente consciente al área de urgencias de cualquier hospital y verbalizar sus síntomas. Entonces recibirá un tratamiento paliativo, pero no un diagnóstico de cura a largo plazo con retrovirales. En muchos de los casos será el final.