Una vez más Lourdes
Méndez-Germain logra trastocarnos con sus lenguajes pictóricos exquisitos. Lo
hace utilizando el dibujo como escritura en su última etapa y el código binario
como pincel en etapas anteriores. Etapas muy creativas y reflexionadas que culminan
en una secuencia de historias enlazadas –dicotómicas pero prácticas- que
utilizan el salto como fórmula de engranaje. Lo que más transmiten sus obras es
el movimiento, pero el movimiento que fluye.
He ahí como aparece su afán de tejer el tiempo, una categoría inasible.
“Tejiendo el tiempo” es más
que una exposición. Es un momento en la trayectoria de una de las contadas
artistas españolas de su generación que utilizan los nuevos medios como base
para sus creaciones. Su trabajo es acucioso, vehemente y elocuente porque, por
un lado integra la condición del artista como ser social y, por el otro, parte de
elementos básicos e innovadores para sus ideas. Al final son esas ideas la base
conceptual de una obra que irrumpe como soplo de agua fresca en el panorama
artístico europeo.